martes, 23 de septiembre de 2014

2. Carteles sobre la insumisión en Asturias, años 80 y 90

Durante los días 15 al 30 de septiembre, en el Aulario A de la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo, podemos disfrutar de una interesante exposición publicitaria que rememora los años 80 y 90. Esta exposición consta de numerosos carteles antimilitaristas asturianos del siglo pasado, reunidos por la fundación de Juan Muñiz Zapico, sindicalista español.

Este cartel es destacable por su simplicidad. Los personajes populares del mundo del cómic son fácilmente reconocibles, lo que provoca una mayor atención en una primera instancia. El mensaje es muy claro: Escontra l’exercitu  la meyor pocion… ¡insumision! Se evoca, como cabía esperar, al mundo de Astérix y Obélix al hablar de esa “poción”, y el paralelismo antimilitarista es evidente. El ejército romano aparece abatido ante la negativa de los personajes principales, que parecen abandonar la escena, y el autor de la campaña aparece en la parte inferior: Mocedades Revolucionaries d’Asturies.


Las campañas publicitarias suelen surtir mayor efecto cuanto más claras son, y esta exposición es un buen ejemplo de un mensaje común y claro inteligentemente plasmado.

1. Diferencias entre literatura y publicidad

La literatura y la publicidad son disciplinas que, si bien coinciden en algunos puntos como actividades de desarrollo creativo que son, presentan diferencias fácilmente reconocibles.

 En primer lugar, quizá como contraste más importante, hay que tener en cuenta que, en la publicidad, como es evidente, es la marca publicitada el foco de atención, lo cual quiere decir que el autor publicitario no es reconocido, además de no ser relevante para el consumidor. Aunque es cierto que en la literatura (sobre todo  en siglos pasados) encontramos obras anónimas, no suele ser lo normal: el autor literario quiere ser reconocido, firma con su nombre a la espera de un reconocimiento que no es necesario en el ámbito publicitario. La vida del autor literario está en muchas ocasiones, además, intrínsecamente ligada a su obra, lo cual facilita un estudio de la misma, y esto no es necesario cuando hablamos de publicidad.

A la hora de analizar la diferencias entre ambas actividades también hay que tener en cuenta que la publicidad siempre es por encargo, lo cual no ocurre generalmente con la literatura, aunque puede darse, pero atendiendo a otras circunstancias. El autor publicitario no da rienda suelta a su imaginación sin límites, lo cual contrasta con la mayoría de obras literarias.

Por otro lado, el lenguaje es importante tanto en literatura como en publicidad pero, claro, con rasgos distintivos. La publicidad, antiguamente, comenzó teniendo un tono muy imperativo. Lo importante era que el consumidor comprara el producto, y los rasgos estilísticos no importaban tanto. Sin embargo, hoy en día la publicidad utiliza la función apelativa: sabe lo que quiere el cliente y cómo lo quiere. De este modo la publicidad, aunque más exhaustiva, también en muchos casos es mucho más sugerente.  Sin embargo, en la literatura lo que importa, generalmente, es reflejar las emociones. El autor, con la función expresiva, plasma su visión del mundo y sus sentimientos.


Pero, en cuanto a publicidad, lo primero en lo que se piensa es en la comercial, la que nos llega desde la época de la Revolución Industrial, y no sólo existe este tipo. La publicidad está muy presente en la religión, siempre intentando aumentar el número de adeptos o fieles mediante su propaganda particular, lo cual es una prueba irrefutable de su vinculación con la literatura.