jueves, 30 de octubre de 2014

10. John Banville visita el Campus del Milán

El pasado jueves 23 de octubre, la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo recibió a John Banville, primer irlandés galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Letras. En el acto, celebrado en la biblioteca de la facultad y coordinado por Socorro Suárez, el escritor respondió a las preguntas de dos profesores y dos alumnas: Juan Tazón, Luz Mar González, Jennifer Galligan y Ángela Suárez.

Más adecuado sería decir que recibimos a dos grandes autores, pues bajo el nombre de Benjamin Black, un alter-ego que nace hace tan solo ocho años al margen de las novelas como el propio John Banville, el irlandés escribe de una manera muy diferente, al estilo de novela negra con historias con tintes oscuros. Gran parte de las peguntas giraron en torno a este asunto: “Todos somos dos personas distintas, el tipo que sale de la cama de su amante ya no es el mismo cuando se encuentra en la calle con su mayor enemigo” dijo el escritor, defendiendo esa “doble personalidad” que le caracteriza. La diferencia entre ambos nombres también radica en el proceso creativo, tal y como explicó. Como Black suele escribir a ordenador, de manera rápida, con voluntad de ser buen artesano, mientras que bajo la firma de Banville se esconde un trabajo quizá más profundo, redactando “frase a frase” a mano. El autor se centró en esa diferencia entre ambas voces que se desdoblan, procedentes en de una sola persona, mérito que fue reconocido por los asistentes.

Banville insistió en su fascinación por el pasado y cómo el ser humano no ha cambiado tanto como puede parecer. También habló de sus comienzos en el mundo literario remontándose a los años 70, comentando sus errores y cómo aprendió de ellos, como todo buen escritor, en relación a su primera novela histórica, Copérnico (1976) de la que, confesó, no está especialmente orgulloso a día de hoy al estar escrita en un tiempo en el que aún estaba encontrando su propia voz.


Después de tratar incluso temas sociales sobre el país natal del autor, el acto se cerró con un gran aplauso por parte de los asistentes. La decana, Cristina Valdés, le invitó a destapar una placa que conmemora su visita a la facultad, distintivo que será colocado junto a las de otros galardonados que visitaron  el campus, como Antonio Muñoz Molina o Leonard Cohen.

9. El libro y la obra literaria: el papel del editor

No es lo mismo libro que obra literaria, es la primera distinción que hemos de tener en cuenta. Lo que hoy entendemos como libro tiene un origen relativamente moderno, remontándonos a la invención de la imprenta. En ellos hoy día se publican muchos tipos de obras que no tienen por qué ser literarias (cocina, autoayuda…). Vemos así cómo el significado de la palabra “literatura” ha cambiado con el tiempo, pues durante siglos se refería a todo tipo de textos.

Las obras literarias tienen una extensión variable y, por tanto, lo que llamamos “libro” puede publicar una o muchas obras literarias. Los libros tienen, en cierto modo, dos autores: el propio autor y el editor. El editor es un colaborador del autor, siguiendo paso a paso el libro que se está haciendo, proponiendo cambios y sabiendo bien lo que quiere el público. Es cierto que hoy en día muchos libros no tienen editor debido a Internet con ediciones digitales, pero esto puede propiciar que la obra no esté en buenas condiciones en cuanto a corrección o tipografía, trabajo que un editor sí garantiza. Podríamos resumir, en sentido más elemental, que el editor tiene que revisar la obra, acción necesaria para que la unidad del texto no se fragmente.

Habiendo hablado de la función del editor, hay que distinguir distintos tipos de ediciones:
  • Facsimilar: no reproduce sólo el texto de una obra sino una edición de una fecha concreta.
  • Paleográfica: (de paleografía, estudio de las escrituras antiguas) un documento transcrito tal cual, pero solamente el texto, no como en las facsimilares.
  • Críticas: el editor reconstruye el texto que escribió el autor lo más cercanamente posible, basándose en los diferentes manuscritos que existen de una obra determinada.
  • Anotadas: lleva notas, llamadas en el texto para aclarar algo a pie de página. Deberían aparecer solamente las imprescindibles, para que el lector entienda el texto tal y como lo entendían los contemporáneos del autor. Las notas son más necesarias cuanto más antiguo sea el texto.

Por otro lado, también podemos enumerar las partes de un libro, comenzando con la cubierta o cara del libro; la contraportada por detrás; la solapa o parte de la portada que se dobla hacia adentro; la llamada página de cortesía, en blanco y sin numeración; la portadilla y la portada después, seguidas del revés con los títulos de crédito (datos legales, títulos originales, fechas…). Es posible que un libro cuente, además, con índices o sumarios, prólogos, epílogos y agradecimientos por parte del autor.


Como vemos, un libro conlleva mucho más trabajo del que pueda parecer. La obra literaria necesita ser impulsada al mundo comercial y debe resultar atractiva, papel que desempeñan los buenos editores.

domingo, 19 de octubre de 2014

8. Los aforismos de Andrés Neuman sobre el cuento

Comentaremos a continuación algunos aforismos de Andrés Neuman, narrador, poeta, traductor, bloguero y columnista hispano-argentino.

  • “En las primeras líneas, un cuento se juega la vida; en las últimas líneas, la resurrección. En cuanto al título, al contrario de lo que muchos piensan, si es demasiado brillante, se olvida fácilmente”: tanto el comienzo como el final de un cuento son importantes, tal y como expresa Neuman con personificaciones: se juega la vida y la resurrección. Las últimas líneas son indispensables, tienen que perdurar en la memoria del lector u oyente, y las primeras han de llamar la atención para captar interés. El título, en su opinión, es menos importante: tiene valor, pero es secundario.
  • “Contar un cuento es saber guardar un secreto”: con esta paradoja que arroja ecos del dicho de Voltaire “El arte de aburrir es contarlo todo, Andrés Neuman quiere decir que, para contar un cuento, hay que saber bien qué omitir en la narración.

  • “Los personajes no se presentan: simplemente actúan”: Lo importante es lo que los personajes hacen, no cómo el autor los presenta. Un buen escritor no tendrá que describir detalladamente a cada personaje, sino que dejará que sus propios actos hablen por ellos, siendo el lector el que decida si le agradan o no.

lunes, 13 de octubre de 2014

7. "Mujeres" por Luis García Montero

Transportándonos a un ambiente urbano en una poesía con ecos de Baudelaire en Las flores del mal (1857), García Montero escribe un poema que podemos considerar moral pues el poeta, mediante una escena cotidiana, va más allá de la belleza estilística y nos inculca una moraleja: cualquier cuerpo de carne y hueso merece más respeto que la belleza virtual.

La experiencia del autor ligada a la tradición literaria hace que este poema se sustente en dos pilares sobre los que García Montero reflexiona acerca de la farsa de la publicidad. A través de una anécdota real, maquillada o no por el arte, el poeta nos sumerge en las tempranas horas en las que la ciudad despierta, observando a las mujeres que van a trabajar en autobús, con sus defectos y su ropa sin brillo en comparación con la belleza alterada y los cuerpos escogidos de las mujeres de los anuncios publicitarios, como si ellas mismas se estuvieran anunciando. Tras esta comparación, además, se esconde una historia de amor pasajero con otra mujer que García Montero endulza y describe de manera delicada en un ambiente con trasfondo real.

En definitiva, no hay duda que el autor pretende hacer una crítica a la modernidad, a la supremacía de elementos engañosos que camuflan la percepción de la realidad que tenemos delante por culpa de la publicidad, haciendo de esta composición una herramienta moralizante.

[Web de Luis García Montero]

[Para leer el poema "Mujeres", aquí]

6. Ideología y literatura

Es fácil darse cuenta de que la literatura también puede ser una herramienta encargada de transmitir unas ideas determinadas al margen de su carácter estilístico y del afán por el entretenimiento. Es cierto que, de alguna manera, toda obra literaria transmite una ideología, pues el autor tiene una visión determinada del mundo, pero muchos de ellos no lo plasman deliberadamente, y conviene hablar de dos grandes momentos de la Literatura española en los que sí hubo un peso ideológico intencional: la novela de tesis, en el s. XIX y la poesía social en el XX.

Novela de tesis
La novela en su máxima expresión surge en 1868, ligada a la burguesía; es importante comprender el contexto que envuelve estas fechas, en una época revolucionaria en la que la reina Isabel II es expulsada del país tras haberse inclinado hacia un polo más conservador, perdiendo así el apoyo que le habían brindado los liberales. Surge entonces la llamada Revolución Gloriosa, que da pie a la era moderna. Los revolucionarios monárquicos se dedican entonces a buscar un nuevo rey, y lo encuentran en la figura de Amadeo de Saboya, que gobierna a duras penas, por lo que terminará abdicando. Surge así, y  tras una votación, la Primera República, que fracasará.
 Durante este ajetreado período de continuos cambios políticos y sociales adquiere su madurez la novela de tesis, cuyo máximo representante es Benito Pérez Galdós, atacado, por otra parte, por representar “la otra España”, es decir, plasmando su ideal liberal. Galdós tiene una clara intención pedagógica, algo que se convertirá en un elemento característico de su literatura, extendiendo ideas progresistas y siempre analizando la historia reciente del país, como ocurre en La fontana de oro, de 1870, en la que analiza el trienio liberal (1820-1823). Entre otras muchas, otra de sus novelas más conocidas es Doña Perfecta (1876), criticando la España tradicionalista. El contrapunto ideológico de Galdós puede considerarse a José María de Pereda puede considerarse el contrapunto ideológico de Galdós con obras como De tal palo tal astilla (1880), y ambos representan a la perfección esa España ideológicamente dividida, las “dos Españas”.
A finales del s. XIX aparece el Naturalismo, que también tiene un trasfondo ideológico importante. Se cree más en el progreso, los laboratorios y la ciencia se extienden, y la novela trata entonces de ser una disciplina, analizando el comportamiento de los seres humanos. Los autores naturalistas se apoyan en el Determinismo, con la creencia de que el hombre está condicionado por su ambiente. En España, el Naturalismo tuvo una defensora clave: Emilia Pardo Bazán, primera mujer que se dedica al ensayo, con obras características como  La cuestión palpitante (compilación de artículos publicados entre 1883 y 1884)

Poesía social
Comienza a surgir en la época franquista, ya desde el año 1939, en el que se instaura el régimen dictatorial.
Más adelante, en 1956, empieza a haber oposición al régimen con múltiples manifestaciones importantes como las de estudiantes, al ser la universidad de entonces algo destinado a las familias elitistas. Debido a la censura, gran parte de estas protestas se difunden a partir de la literatura, reflejando lo que los periódicos no podían mostrar. Parte de esa oposición tuvo que ver con el partido comunista, cuya estrategia era el uso de la cultura, y surgen así los clubes culturales o ateneos. Desde el 56 hasta la muerte de Franco, sin embargo, una lectura de poemas era un acontecimiento peligroso debido a la mencionada censura, y dichos poemas tenían que ser autorizados previamente. La poesía escapaba mejor a la represión, pues se criticaba indirecta y metafóricamente. “El pasaporte”, poema de José Hierro, sería un buen ejemplo de esta poesía durante la represión franquista. En él, Hierro se lamenta sobre lo tarde que llegan las cosas en un monólogo dramático que transcurre en un tren.
En este contexto de represión que marcó unos oscuros años en la historia de España, la poesía social parecía un buen modo de camuflar los sentimientos hacia la realidad. Así, podemos dividir a los autores del género en dos generaciones:
  • Posguerra años 40: Gabriel Celaya, Blas de Otero, José Hierro... Poesía evasiva. Se caracterizan por escribir sobre cosas alegres al margen de la fuerte represión y los duros tiempos. Critican el lenguaje, utilizando por su parte uno más coloquial. Dámaso Alonso con “Hijos de la ira” (1944) emplea este lenguaje más cotidiano.
  • Posguerra años 50: a esta generación también se les llama “niños de la guerra”. Los poetas del 56 se forman en los años del franquismo y reaccionan a él. Huían de una poesía demasiado directa o panfletaria y le daban, a su parecer, sus propias exigencias. Para defender sus ideas utilizan en buena medida la ironía, el simbolismo e inventan estrategias para escapar a la censura. Son poetas de realismo crítico, aunque esta generación también acoge a grandes narradores, como Goytisolo.  Un poeta representativo de esta generación es Ángel González. Comienza con Áspero mundo (1956); después empezará a escribir poesía de crítica hacia la sociedad contemporánea, como Grado elemental (1962) o Tratado de urbanismo (1967)
Como se puede comprobar, la prosa y la poesía como reflejo de una ideología no es algo nuevo. La literatura se pone así al servicio de algo más, atendiendo a pensamientos y principios que van más allá del estilo.

miércoles, 8 de octubre de 2014

5. "Sueño de Maiakovski", por Juan Bonilla

Si hay un poema que ilustre la relación entre publicidad y arte ese es “Sueño de Maiakovski”, en el que Juan Bonilla habla del famoso poeta futurista ruso.

El deseo del poeta, su sueño, según escribe Bonilla, era hacer de la poesía un elemento cotidiano, que ayudara a poner palabras a los sentimientos, al ser un arte útil y necesario. Entre metáforas, personificaciones y repeticiones, Juan Bonilla nos acerca a Maiakovski, a su trágica muerte, en un poema que viaja de pasado a presente. Sin embargo, en estos versos podemos comprobar cómo el sueño del poeta se ha podido ver cumplido de una manera irónica y caricaturesca: lo que aparece gritando en las paredes del ahora es la publicidad, con múltiples eslóganes que Bonilla escribe ilustrando la actualidad: la chispa de la vida/just do it/ahorra o nunca…
La poesía que prima en nuestros días es la del consumismo, según nos expresa implícitamente Bonilla. Con el verso final se cierra el poema de manera irónica y, en cierto modo, ambigua: Hay cosas que el dinero no puede comprar. 

[Más sobre Juan Bonilla y Maiakovski]

domingo, 5 de octubre de 2014

4. Retórica y publicidad.

La retórica o el arte de hablar bien es una disciplina en relación con la publicidad y también con la política, pues la persuasión es un término clave en ambas, y esto es algo muy presente a día de hoy. Surge en Grecia como un arte práctico, su enseñanza era básica en la escuela. Debido al carácter democrático del país (“democracia” no tal y como la entendemos hoy en día, por supuesto) era fundamental.

Las reglas de la retórica son comunes, aplicadas a cualquier ámbito:
  • Inventio: discernir el tema del que se va a hablar
  • Dispositio: establecer la estructura
  • Elocutio: cómo hablar del tema en cuestión, el estilo
  • Memoria: aprender el discurso  
  • Actio: la puesta en escena
    Mamoria y actio son fundamentales para el discurso oral.
Muchas de las características de los discursos escritos en la Antigua Grecia pasarían paulatinamente a la prosa literaria. En relación a la mencionada elocutio, surgen diferentes figuras retóricas también utilizadas en publicidad.
En al ámbito fónico encontramos, por ejemplo:
  • La paronomasia: repeticiones de sonidos. En publicidad es un recurso útil para hacer el mensaje más llamativo. Antiguamente se utilizaba con más frecuencia el pareado, un recurso mucho más sencillo que facilita la memorización. Por otro lado,  en el caso de la poesía hablamos de rima.
  • El homoioteleuton: es la repetición de un sonido al final de verso con igual terminación (pero sin rima). Por ejemplo: perdido, cansado.
  • Sinestesia: o asociación de una representación simbólica con el contenido. Por ejemplo: en el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba, aquí hay una paronomasia, una repetición del sonido s. Se trata de evocar el sonido del que se habla.
  • Calambour: consiste en jugar con las palabras. Versos que se escriben igual pero, separando las sílabas, significan una cosa u otra.  Un claro ejemplo:
    El dulce lamentar de dos pastores —> El dulce lamen tarde dos pastores
Pero las figuras retóricas también pueden ser de carácter gráfico:
  • Tipografía expresiva: el significante escrito también es importante; el cómic tradicional es muy representativo.
  • Algo habitual en publicidad son las alteraciones ortográficas, es decir, cambiar la ortografía de una palabra deliberadamente. Estamos acostumbrados a ver las cosas de una manera, y estos cambios desautomatizan ese hecho, pues causan un impacto y llaman la atención.

3. "Paseo de la identidad", Luis Bagué Quílez

“Las palabras que nos salvan la vida/son las mismas que pueden condenarnos a muerte”.

Autor de Página en construcción, Luis Bagué Quílez llega con su nuevo trabajo, Paseo de la identidad. Si alguien puede hablar de identidad es él, pues a su condición de poeta hay que añadirle la de crítico literario.

Galardonado con el XII Premio Emilio Alarcos, Paseo de la identidad mezcla el humor y la ironía con la crítica social; una lectura dinámica y desprejuiciada cuyo estilo llevará al lector más de una vez a lugares desconocidos, y la apuesta por el discurso fragmentario no lo dejará indiferente.